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CINE TAURINO CON CONCIENCIA

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Pepe Gutierrez-Alvarez

Recuerdo haber leído un ensayo del profesor Martínez Shaw, profesor de Historia Moderna, sobre el cine taurino durante la dictadura franquista. Este subgénero conoció entonces su apogeo y fue exaltado hasta el punto que no faltó quien creyó que en este tipo de cine, España podría encontrar su épica igual que Hollywood la había encontrado en el “western”. Lo cierto era que es espectáculo taurino había entrado en decadencia y solamente funcionaba en las grandes capitales; el pan y el fútbol era el interesaba a un pueblo que no podía hablar de sus intereses colectivos. Shaw distinguía hasta tres periodos: el primero, de 1940 a 1955, etapa de ideología fascistoide y del Nacionalcatolicismo; de 1955 a 1970, momento más aperturista, durante el que se ruedan las películas más lustrosas con la ayuda del tecnicolor, y un tercero, coincidente con la disolución del régimen, que se desvanece justo al mismo tiempo que el cine taurino que pasa poco menos que al olvido. 
A juicio del historiador, existen al menos cinco películas con conciencia crítica que destacan sobre las inhumanidad y la falsedad de las demás: la primera y seguramente la más importante fue “Torero”, del exiliado Carlos Velo con Carlos Procuna y que se realizó en México, es por lo demás un título a recuperar por la importancia del cineasta; “Tarde de toros”, del húngaro Ladislao Vajda, un cineasta que merece una nueva mirada y que ofrece un testimonio vivo, complejo; “Los clarines del miedo”, la mejor película de Antonio Román (“Los últimos de Filipinas”) que se basaba en una novela de Ángel Mª de Lera con Francisco Rabal de protagonista; A las cinco de la tarde, título lorquiano del inquieto Juan Antonio Bardem con el mismo Rabal más Germán Cobos y Nuria Espert y guión de Alfonso Sastre, y “El momento de la verdad”, una producción de la UNINCI realizada por Francesco Rosi recién salido de “Salvatore Guiliano”, y que recrea especialmente el ambiente agobiante de la emigración andaluza en Barcelona. 
Otro autor, Lázaro Echegaray, sociólogo y escritor taurino, realizó un análisis social a partir de varios documentales, entre ellos,”Juguetes rotos» (1966), drama dirigido por el mejor Manuel Summers, cineasta y dibujante bipolar. Durante décadas, Hollywood ocupó Sevilla y las plaza de toros de México para realizar una vasta filmografía taurina a veces en clave de comedia (Charles Chaplin, Stan Laurel y Oliver Hardy), siguiendo al Vicente Blasco Ibáñez (Rodolfo Valentino, Tyrone Power). Anthony Quinn, Robert Stack, trabajaron con Budd Boettitcher que era un “loco de la fiesta», pero que en cine brilló especialmente en el “western” (Sobre todo en su serie con Randolph Scott), y las lista se extiende hasta formar la cita filmografía de la que hace mucho tiempo hoque no se encuentran tentativas de emulación más allá de la “Blancanieves” y antes de “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”. Quien quiera volver a ver cine con toros tendrá que buscar lejos de las salas. De hacerse actualmente cualquier de todas esas películas sin conciencia en la que el tortero era algo tan repulsivo como un “señorito” se tiene que remontar a antes de la muerte del dictador…

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