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Chile – A PROPÓSITO DEL PLAN AYSÉN QUE PROMETIÓ EL PDTE PIÑERA

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VIENTO PATAGÓN
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Andres Gillmore

En el último tiempo en Chile ha ido avanzando el capitalismo global y sin querer queriendo, el Estado ha venido cediendo gran parte de su soberanía en cuanto a las decisiones socioeconómicas y en la actualidad nos encontramos con la triste realidad, que las empresas transnacionales han logrado consolidar su dominio sobre los territorios nacionales y los han transformado en Zonas de Sacrificios. El avance de los procesos de globalización económica y la expansión de las políticas neoliberales, han construido un entramado político, económico, jurídico y cultural, del cual las grandes corporaciones internacionales han resultado ser las principales beneficiarias en detrimento de las comunidades rurales.

 

Las compañías multinacionales han pasado a controlar la mayoría de los sectores estratégicos de la economía nacional: la energía, las finanzas, las telecomunicaciones, la salud, la agricultura, las infraestructuras, el agua, los medios de comunicación y la alimentación.  La crisis existencial que estamos viviendo como sociedad en la actualidad, no ha hecho sino que reforzar el papel económico y la capacidad de influencia política de las grandes corporaciones internacionales en Chile; que hacen negocios con los recursos naturales, manipulando los servicios públicos, permitiéndose incluso la especulación inmobiliaria y que ha dado como resultado, que se entrometan en los mercados futuros de la energía y los alimentos, las patentes sobre la vida y el acaparamiento de una gran cantidad de tierras para desarrollar proyectos.

 

Las enormes ganancias que han sido acumuladas por las empresas transnacionales en el país en el último tiempo, son traspasadas al extranjero a los países de origen de las transnacionales y eso grandes beneficios tienen su origen en los mecanismos de extracción y apropiación de la riqueza económica del mundo rural, que están en la base del funcionamiento del modelo Neoliberal chileno, por medio de la constante devaluación salarial, la presión ilimitada sobre el entorno en busca de materias primas y de recursos naturales y lo que es peor, utilizando la especulación financiera con el excedente obtenido para obtener grandes ganancias y en todo aquello que pueda ser comprado y vendido en el país, mercantilizando las actividades productivas, con la prioridad absoluta de la que gozan los mecanismos de reproducción frente a los procesos que permiten el sostenimiento de la vida, para que los principales directivos y accionistas de las grandes corporaciones internacionales que operan en Chile, se conviertan en multimillonarios y sin siquiera conocer nuestro querido y amado país.

 

Estos extraordinarios beneficios empresariales que se han estado logrando a expensas de las Zonas de Sacrificio en nuestras regiones, no serían posibles sin la generación de toda una serie de impactos socio-ambientales que afectan directamente a las comunidades y los ecosistemas del territorio nacional. En estos últimos años hemos sufrido la caída de los niveles de consumo y el aumento del valor de los combustibles fósiles y el aumento del valor de las mercaderías en general, transformándonos en una de los países más caros del planeta, haciendo que las grandes corporaciones hayan puesto en marcha una gran estrategia de reducción de costos. Como consecuencia lógica de estas estrategias se han intensificado las ofensivas para lograr el acceso a nuevos negocios y nichos de mercado como lo estamos viendo en la actualidad en Chile y como Aysén se ha transformado en un gran objetivo para este mundo seudo desarrollista.

 

En este agresivo contexto en donde los países subdesarrollados como Chile tienen todas las de perder; los conflictos socioecológicos y las violaciones de los derechos humanos en términos ambientales y sociales se han estado multiplicando y ha posibilitado la irrupción de la crisis existencial, poniendo al crecimiento en las intrincadas luchas sociales, ante los impactos empresariales que suceden en la vida de las comunidades regionales.

 

Las grandes compañías multinacionales que operan en Chile en la actualidad, han estado elaborando estudios y análisis comparativos para vincular y justificar su presencia en los territorios y demostrar ideológicamente una “seuda legitimación social” y posicionarse como un actor imprescindible para “salir de la crisis existencial”, presentando teorías revestidas de objetividad y neutralidad, pretendiendo demostrar que los impactos negativos son en realidad positivos en sus actividades empresariales, poniendo redundancia en aspectos como la transferencia de tecnología, la mejora de la provisión de bienes públicos y privados, el incremento del empleo y mejoras salariales, el acceso de las mujeres al mercado de trabajo y el fomento de la inversión como motor de desarrollo.

 

Las empresas transnacionales que operan en la región, no han contribuido en nada a una mejora de la cantidad y la calidad del empleo y todo lo que se dice en el párrafo anterior y tampoco en la prestación de servicios. Prácticamente no han realizado las inversiones que justifiquen su estadía en el territorio. Solo han traído destrucción y contaminación. Apenas han favorecido en algo muy menor en los procesos de transferencia tecnológica y no han traído de la mano el progreso y el bienestar para las comunidades regionales; que fue lo que se prometió con la llegada de los desarrollos salmoneros y mineros.

 

Junto con las consideraciones económicas hay toda una lista de graves y nocivos efectos sociales, políticos, ambientales y culturales, asociados a la internacionalización de los negocios de estas empresas en territorio aysenino. Quienes realmente han salido ganando con todo esto, no han sido precisamente las comunidades y las mayorías sociales de la región. Si; los dueños de las transnacionales beneficiarios de las rentas del capital y los políticos y empresarios que han atravesado las puertas giratorias que conectan el sector público con el mundo empresarial.

 

A nivel regional, no hay duda alguna que estamos ante una severa crisis ambiental y social de la estructura que es de grandes proporciones ante la embestida de la Mega Minería en la comuna de Chile Chico en el sector de Los Domos en la Reserva Nacional Jeinimeni; que solo es el inicio de una gran ofensiva, que quiere transformar Aysén en una región minera. El Ministerio de Bienes Nacionales no dudo en desafectar parte importante de la Red de Parques de la Patagonia para darle paso a una Transnacional especializada en la Mega Minería en Chile chico, con todo lo que ello implica para las comunidades y el terrible precedente que ello significa para las otras empresas que estan al aguaite; a sabiendas que la industria minera destruye y contamina todo lo que toca.

 

Si analizamos la historia regional desde la colonización hasta la década de los años noventa cuando se puso en operación la carretera austral norte y sur. Sabremos, que no fue parte de un proyecto de desarrollo social de la dictadura y nada parecido en relación con Aysén. Más que nada la función básica de la Carretera Austral, tenia como objetivo real que pasaran los tanques y las tropas en caso de un conflicto bélico con Argentina. Con el tiempo esa realidad tan disfuncional y antagónica, significo un gran costo social para la región y todo el mundo rural; que vio que el gran sueño de la comunicación terrestre no vino acompañado de un proyecto de desarrollo, de acuerdo con las ventajas comparativas del mundo rural. La puesta en operación fue más que nada el inicio de la gran crisis existencial del mundo ganadero que sostenía históricamente Aysén.

 

Al asociarse Chile al Mercosur en esos años, posibilito la perdida de los poderes compradores de lana y ganado, sumiendo al mundo rural en la pobreza más redundante antes nunca vista, al no poder vender sus producciones de lana y ganado. Con el pasar del tiempo se terminó vendiendo al mejor postor grandes extensiones de tierra por parte de la tercera generación de colonos, al no tener con que parar la olla los pobladores. En tiempos en que no existían los bonos sociales y se decía a nivel gubernamental, que si no podías competir, que te taparán con diario mejor. Las vacas no valían pesos y si UF. No me lo contó nadie; lo viví en carne propia y tuve que lidiar con la crisis existencial de esos años.

 

La fuerza que caracteriza a los pobladores y las comunidades de Aysén, se tuvo que entender que no todo estaba perdido, que de una manera u otra se debía salir adelante y la obligación ante la indefensión de esos años, era ver el vaso medio lleno. Lo medio lleno, significaba rescatar lo positivo y era: que a pesar de todo y de todos Aysén era todavía un territorio hermoso y muy saludable a mediados de los años 90. Que eso bastaba para recomenzar un nuevo proceso de desarrollo y se dio inicio al turismo de intereses especiales a nivel regional. Aysén desde ese entonces fue reconocido a nivel planetario por su belleza y su calidad escénica y la Carretera Austral se transformo en un gran icono escénico mundial.

 

Pero como en todo orden de cosas existe el otro lado de la moneda del mundo desarrollista empresarial-político, que ve a la región transformada en una gran zona de sacrificio ambiental, donde la pauta la marquen las transnacionales con el desarrollo salmonero y minero. Que nos quitemos la boina y usemos casco; en total contradicción de lo que representa Aysén y su cultura ante si mismo. Esta forma desarrollista, destruye y contamina todo lo que toca; donde el mundo salmonero y minero han dejado mucho que desear por decirlo diplomáticamente.

 

Si todos en Aysén estuviésemos por hacer de la región un territorio sustentable a nivel productivo. Reconocieran su valor bajo la perspectiva de la sustentabilidad, entendiendo que el valor más grande que posee la región es su calidad ambiental y escénica y que esta al servicio de las comunidades para sustentar el futuro; se entendería más fácilmente, que en vez de destruir la comuna de Chile chico con la irrupción de la Mega Minería, seria más fácil y menos costoso, reciclar a los 200 mineros que no tienen trabajo y involucrarlos en actividades sustentables como la ganadería, la agricultura, la fruticultura y el turismo que se desarrolla en la comuna de Chile chico y que cuenta en la actualidad con una magnífica proyección de futuro y no es chiste……………………….

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