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Brasil: Brumadinho – El desastre del capitalismo

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Marcus Kollbrunner

Liberdade, Socialismo e Revolução (LSR), CIT en Brasil.

«Somos el país que más preserva el medio ambiente», dijo el presidente Jair Bolsonaro en su discurso el 22 de enero. En el caso de que se trate de una «industria de multas» en el sector ambiental, que las licencias ambientales entorpecen obras, y que es «horrible» ser empresario en Brasil. Tres días después del discurso en Davos, llegó la catástrofe en Brumadinho, y el nuevo diluvio de lodo, apenas tres años después de Mariana (desastre ocurrido en 2015) , mostró la realidad del capitalismo predatorio que Bolsonaro defiende.

Una vez más, el gigante minero Vale está involucrado. En Mariana, como dueña de la mitad del Samarco; ahora, con una mina 100% de la empresa. A pesar de que la cantidad de lodo liberado es sólo un cuarto (12,7 millones de metros cúbicos) de lo que fue en Mariana, el costo en forma de vidas humanas fue mucho más alto. En Mariana fueron 19 muertos. Ahora, por el momento,  157 muertes han sido confirmadas; pero con 182 personas aún desaparecidas, sin perspectiva de ser encontradas con vida.

Una gran parte de los muertos trabajaban para Vale, directamente o como tercerizados. El edificio administrativo y el comedor estaban en el camino del lodo, y el estudio de la propia empresa había mostrado que en caso de rompimiento, sólo tardaría 1 minuto para que el lodo llegara hasta allí. No hay duda sobre la responsabilidad de la empresa. «Fue una masacre», como constata la editorial de Folha de São Paulo.

 

Los efectos sobre el medio ambiente serán graves. El lodo, que ya mató al río Paraopeba, puede extenderse por 300 kilómetros, alcanzando el Río São Francisco.

La conmoción nacional, reforzada por la memoria de Mariana, obligó a las autoridades a actuar rápidamente. La justicia bloqueó 11 mil millones de reales (U$2.950 mil millones) en bienes de la empresa Vale. Representantes de los poderes públicos fueron a visitar el área afectada. El nuevo ministro del medio ambiente tuvo que ajustar el discurso anterior, explicando que las reglas de licencia ambiental sólo van a ser aflojadas para proyectos de bajo impacto ambiental, no en casos como esos.

Pero el balance tras la catástrofe de Mariana, – donde el lodo mató al río Doce, recorriendo 650 kilómetros, llevando a la extinción de decenas de especies y afectando la distribución de agua y pesca de más de 200 ciudades – es que poco lo que cambió.

Las personas afectadas todavía esperan por indemnización y nuevas viviendas. Los casos de depresión entre en ellos son comunes. Las reglas más rígidas propuestas fueron, en la mayoría de los casos, bloqueadas, con la acción directa de políticos de derecha que tuvieron sus campañas electorales financiadas por las mineras.

El diario  Folha de São Paulo mapeó esa «bancada del fango». En 2014, 23 de los 52 diputados que iban a discutir el nuevo Código de Minería, se eligieron con recursos de mineras. El principal representante, Leonardo Quintão (MDB-MG) recibió  $ 2,1 millones de reales de mineras (el 42% de lo que recaudó). No se reelegió en 2019, pero mantuvo su influencia, convirtiéndose en asesor del gobierno de Jair Bolsonaro (PSL).

La Agencia Nacional de Minería, creada en 2017, no tiene poder alguno. La mayor multa que puede dar es de $ 3.200 reales. Un proyecto que elevaría eso a $ 30 millones de reales (U$ 8 millones) fue rechazado en el congreso.

La ciudad de Mariana todavía vive una profunda crisis y gran desempleo, con la minería paralizada hace tres años. Vale prometió mantener la «Compensación Financiera por la Exploración de Recursos Minerales (CFEM)», tasa que las mineras deben pagar a los municipios, que representa el 60% de la cantidad de la ciudad. Pero eso sólo será garantizado si hay mucha presión y lucha. El balance de Mariana hasta ahora es que Samarco sólo pagó el 5,7% de las multas ($ 41 millones de reales de $ 716 millones en total).

Desastre de Mariana en 2015

La ciudad Brumadinho va a encarar una profunda crisis. De los 9 mil empleados en la ciudad, 2 mil trabajaban para Vale (siendo la mitad tercerizados).

El problema de las represas es gigantesco. Según el informe divulgado por la ANA (Agencia Nacional de Aguas), en 2017 había 45 estructuras de represas con riesgo de ruptura en Brasil, un 80% más que en 2016. La represa de Brumadinho no estaba en la lista de las consideradas de alto riesgo.

Vale tiene 175 represas en el país. El año pasado sólo se hicieron simulacros de emergencia en 9 de ellas. Brumadinho estaba entre ellas. La población recibió folletos informativos, explicando qué hacer si la alarma suena. Pero las sirenas no funcionaron, a pesar de estar intactas, a diferencia de lo que fue dicho por la empresa luego de la catástrofe.

 La empresa perdió el 24% de su valor el primer día en que la bolsa de valores abrió. A pesar de recuperarse un poco, todavía se trata de más de $ 50 mil millones de reales que se evaporaron. La empresa suspendió el pago de bonos y dividendos también. Pero no hay duda de que, bajo el sistema actual, quien va a sufrir y pagar el precio no son los accionistas ricos o directores, sino las familias de los trabajadores y la población local.

Operaciones de rescate tras tragedia en Brumadinho

Vale fue privatizada a un precio ridículamente bajo en 1997. El valor pagado equivale a tres meses de lucro de la empresa, que creció al punto de ser hoy una de las mayores del mundo. De nuevo, se evidencia cómo se da ese crecimiento, colocando la búsqueda por lucro antes  que la vida y el medio ambiente.

Nosotros exigimos que los directores involucrados sean responsabilizados criminalmente, que se paguen indemnizaciones plenas a los afectados, y que el medio ambiente sea recuperado lo más rápido posible. La empresa Vale tiene que ser reestatizada, bajo el control y gestión democrática de los trabajadores. La población local tiene que tener derecho a vetar proyectos como esos, que potencialmente puede devastar la tierra donde viven. Los recursos naturales no se pueden dejar en manos del capitalismo predatorio, y un sistema de reciclaje efectivo tiene que ser implementado para minimizar la necesidad de nueva extracción. Todo ello requiere que la producción sea sometida a una planificación democrática, donde la producción sea para satisfacer necesidades sociales del pueblo trabajador y sin degradar el medio ambiente; no al servicio de la búsqueda de ganancias de una pequeña élite.

Nota: Para más análisis e información a nivel nacional como internacional, visita nuestra página  http://socialismorevolucionario.cl/

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