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Arturo Prat

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Por Jorge Baradit

¿Por qué Arturo Prat es un héroe?

Un chileno común, de familia venida a menos, sin plata, huérfano de padre que estudió con ayuda del estado; fue crítico de la cruel sociedad de su tiempo. Crítico de su propia espiritualidad. Un hombre joven y bueno, sencillo, que en el momento en que nadie lo esperaba escribió una épica que sigue clavada en nuestro inconsciente comunitario.

Prat era un tipo que estudiaba y leía, que no le daba la espalda a los problemas sociales de la época y se involucraba en las soluciones; enseñaba voluntariamente ad honorem en escuelas para obreros durante los fines de semana. Un gallo quitado de bulla, enamorado hasta las patas de su esposa. Un héroe gigante por su sencillez.

Héroe no solo por su decisión de morir por la patria; héroe porque era además un hombre con una gran dimensión civil que debemos redescubrir.

Prat es un héroe TAN chileno. Esa voz interna que nos dice que hay bacanes, pero al que admiramos no es al que alardea y se agarra todas las minas, sino al tipo sencillo, sin poder, íntegro, que explota desde abajo y cubre a toda una nación con su trabajo, conciencia, valentía y sentido de la vida.Lo que no debe seguirle ocurriendo a su figura, es esa reducción caricaturesca a la que lo hemos confinado. El es mucho más para nuestro inconsciente que solo “un tipo que se mató por la patria”.

Prat es mi héroe personal.

Los dejaron a él, a Condell y a esas tripulaciones (hubo todo un proceso de cambios de marineros y oficiales de un lado para otro en los barcos) porque “lo mejor” de la Armada chilena se dirigiría a atacar el principal puerto peruano. Ellos, los que se quedaron en Iquique, fueron los seleccionados que no entraron en la nómina final para el mundial, se quedaron atrás. Sin embargo, fueron justamente esos los que se mandaron un numerito del que nunca tendremos real dimensión. Los mejores barcos peruanos contra los peores chilenos. Una resistencia fuera de lo humano, pelotas de acero, semidioses morenitos peleando sin bajar la guardia contra un monstruo marino mecánico. Una épica que fue registrada en primeras planas de diarios en todo el mundo.Tuve la suerte de tener en mis manos la medalla especial que le otorgaron a los sobrevivientes, la de Arturo Fernández Vial, en este caso. La emoción fue tremenda.

Esto no es una diatriba nacionalistoide o puramente belicista, de más está decir que hay héroes reales en todos los bandos. Es un reconocimiento a la vida de un hombre admirable que es mucho más que un sable y una frente quebrada. Es pura admiración.

Porque admiro a Prat. Me gustaría haberlo conocido, seguro lo encontraría perno e introvertido, quizá hoy leería a Tolkien y coleccionaría en secreto naves de Star Wars, qué se yo, las proyecciones dan para todo.

Prat tiene una dimensión civil maravillosa. Nos falta rescatar héroes civiles, pensantes, sensibles a los problemas de su sociedad. No solo un panteón de puros Aquiles sino también rescatar a esos olvidados que construyeron el país, porque una falacia de la historia que nos inculcan nos hace aparecer como el producto solo de los sables y los fusiles, cuando la verdad es que los países y sus instancias pueden fundarse así, pero de ninguna manera un país de CONSTRUYE de esa manera.

La gracia de Prat es que tenía todas esas dimensiones, incluso la artística y romántica. Despleguémoslo, les aseguro que este pelado grandote y retraído de 31 años les va a caer aún mejor.

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