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Argentina vuelve a endeudarse

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Bicicleta financiera con rumbo al FMI

 

El anuncio de una vuelta al regazo del Fondo Monetario Internacional (Fmi) por el presidente Mauricio Macri confirmó los peores pronósticos de la revista Forbes: es hora de salir de Argentina. En las últimas semanas el peso argentino se depreció de manera acelerada frente al dólar y se generó una corrida cambiaria a pesar de la drástica suba de la tasa de referencia, que alcanzó el 40 por ciento. El barco empieza a hacer agua, pero, aseguran los economistas, las condiciones para una posible quiebra de la economía como ocurrió en 2001 aún están lejos.

 

Fabián Kovacic, desde Buenos Aires

Brecha, 11-5-201

https://brecha.com.uy/

En los dos minutos y medio que duró su discurso, el pasado martes, el presidente se vio obligado a explicar por qué decidió recurrir al Fmi 12 años después de que su país cancelara todos los pagos con la institución: Mauricio Macri reconoció la fragilidad de la economía argentina y su dependencia de los mercados externos. Bajo su gobierno, la deuda externa creció a partir de la emisión de bonos desde 2016 y la fuga de capitales sumó 40.000 millones de dólares –a raíz de la salida del país de crecientes capitales especulativos y de ahorros dolarizados hacia bancos extranjeros y paraísos fiscales–, estos dos factores han llevado a la economía argentina a una situación de iliquidez, algo que derivó en el pedido al Fmi de los dineros negados en los mercados financieros.

Cuando el ex ministro de Economía Domingo Cavallo reapareció en los medios en la noche del miércoles 2, encendió las alarmas. Artífice de la paridad cambiaria durante el menemismo y “superministro” de Economía del presidente Fernando de la Rúa, su protagonismo en la historia económica reciente argentina despertó recuerdos del incendio nacional en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Esos días el pueblo salió a la calle en rechazo al corralito financiero impuesto por Cavallo quien, junto a De la Rúa, era la figura más repudiada. Su retorno no fue ni casual ni inocente; su aparición coincidió con el momento en que uno de sus discípulos, el actual titular del Banco Central de la República Argentina (Bcra), perdía la interna en el gobierno. Federico Sturzenegger venía haciendo malabares contradictorios en el Bcra, subiendo y bajando tasas en los últimos cuatro meses, generando cortocircuitos permanentes en el desdoblado Ministerio de Hacienda y Finanzas con sus dos titulares Nicolás Dujovne (Hacienda) y Luis Caputo (Finanzas), y también con su enemigo el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quien aspiraba a ocupar su lugar en el Bcra.

El escenario así montado recordaba a los años liberales de la fiesta menemista, con especulación financiera como previa a la crisis de 2001.

Estampida cambiaria

“Es hora de dejar la Argentina y salir corriendo”, sostuvo un artículo publicado en la revista de negocios Forbes (en su edición de la primera quincena de mayo) en referencia al fin del romance de los fondos especulativos con la política económica implementada por el macrismo. La publicación pronosticó “una reedición de lo ocurrido en 2001” a partir de los marcados ascensos y descensos en la tasa de crecimiento entre 2009 y 2017, con un crecimiento de 10 por ciento en 2009 seguido por una baja al 2 por ciento al año siguiente y varios picos de “montaña rusa” hasta fines de 2017, según datos del propio Bcra y del Ministerio de Economía. Lo cierto es que las operaciones denominadas carry trade, que permitían a fondos especulativos introducir dólares al país, cambiarlos por pesos, comprar Lebac (bonos del Banco Central con vencimiento mensual y cuyos pagos son totales al momento del vencimiento), recuperar pesos y comprar dólares a tasas bajas para reiniciar el ciclo, parecen haber llegado a su fin. Con una economía que no crece y una inflación aún no dominada, el gobierno decidió a partir de mayo imponer un gravamen a la renta financiera de los capitales extranjeros. Esa fue la luz roja y las alarmas se dispararon cuando la tasa de interés en Estados Unidos subió a fines de abril. En ese momento las monedas de países emergentes decidieron acompañar esa suba del dólar, menos Argentina que de la mano de Sturzenegger decidió clavar el dólar por indicación expresa de Macri para evitar un crecimiento de la inflación que impactara en los productos de la canasta básica de alimentos. “Eso retrasó el valor del dólar en Argentina y quedamos mal parados frente al resto de la región y otras economías emergentes”, señalaron economistas como José Luis Espert y Juan Carlos de Pablo, que suelen estar en sintonía con el gobierno.

Secuelas de la desregulación

Sin embargo, para otros analistas (véase entrevistas con Matías Kulfas, Arnaldo Bocco y Mercedes Marcó del Pont) la situación se remonta a los comienzos del ciclo macrista, cuando la Casa Rosada decidió desregular la economía, eliminando impuestos a las mineras, la producción rural, el sector financiero y abrir la economía de par en par a las importaciones. “La desregulación económica le quitó herramientas al Estado para operar sobre este tipo de contingencias financieras”, aseguró Arnaldo Bocco a Brecha.

El mediodía del pasado martes Mauricio Macri anunció la reanudación de relaciones económicas con el Fmi a través de una cadena de préstamos disponibles a la brevedad. “Nuestra economía depende de los flujos externos y esas son variables que no dominamos”, dijo y reconoció que la creciente valorización del dólar, las subas en el precio internacional del petróleo y una trasmisión de ganancias de países emergentes hacia países centrales industrializados han generado cambios en la economía mundial. “Con eso no podemos hacer nada”, concluyó en su discurso. La eliminación de regulaciones a la economía con la idea de generar una lluvia de inversiones extranjeras de grandes firmas fue anunciada por Macri ya en la reunión del Foro Económico Mundial de Davos en enero de 2016, cuando participó como presidente. Desde entonces decretos y leyes acompañadas por buena parte de la oposición, fueron eliminando regulaciones para los actores económicos más importantes, como los productores rurales y el sector financiero y bancario. No así para las industrias locales y extranjeras que ya en marzo de 2016 advirtieron sobre los riesgos de una apertura indiscriminada de la economía nacional.

Los de entonces y los de ahora

Para Macri la fragilidad argentina depende de las variables económicas de los mercados, por eso se hace necesario recurrir al Fmi. Su lenguaraz en Hacienda, Nicolás Dujovne, dio una conferencia de prensa en el ministerio, en la que apenas pudo maquillar los dichos de su jefe. Apoyado en la escritora argentina Poldy Bird y su libro Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, ensayó una explicación: “El Fmi no es el mismo de hace 20 años, como tampoco somos los mismos nosotros porque aprendimos de la experiencia”. La idea es alejar cualquier recuerdo de aquellas relaciones con el Fmi, encabezado por Michel Camdessus en tiempos menemistas, que resultaron en el estallido social argentino de 2001. Dujovne no aportó más precisiones: no saben cuánto dinero van a pedir, ni en qué condiciones, porque en definitiva “es una línea de créditos preventiva”, aseguró. Filtraciones a la prensa ubican, sin embargo, en 30.000 millones de dólares aproximadamente el pedido de Dujovne a Christine Lagarde. En la noche del martes una comitiva argentina partió a Washington para arreglar los pormenores del acuerdo y negociar las condiciones.

Argentina ingresó como socio del Fmi en 1956, durante el gobierno de la llamada Revolución Libertadora que derrocó a Juan Domingo Perón un año antes. Desde entonces la relación siempre fue tensa y con derrotas para la economía del país. El presidente Arturo Frondizi fue el primero en solicitar dineros para implementar un plan de desarrollo industrial: la condición del Fmi fue ubicar al liberal Álvaro Alsogaray como ministro de Economía. Las dictaduras de Juan Onganía y Jorge Videla aceptaron a rajatabla sus recetas, los presidentes radicales Arturo Illia y Raúl Alfonsín ensayaron gestos infructuosos de rebeldía y el peronismo de 1973 cuestionó la permanencia del país en la institución. Los peronistas Carlos Menen y Eduardo Duhalde firmaron acuerdos de refinanciación de deuda y sólo Néstor Kirchner pagó toda la deuda con el Fmi, en 2006, para evitar condicionamientos económicos durante su gobierno. Ahora Macri retoma la senda del endeudamiento y el consiguiente ajuste con una previsible agudización del conflicto social.

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