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África subsahariana – El 63% de la población de las zonas urbanas no tiene acceso a la posibilidad de lavarse las manos

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África subsahariana

Entrevista con el economista Raphael Bicudo

El 63% de la población de las zonas urbanas no tiene acceso a la posibilidad de lavarse las manos

Patricia Fachin

Revista IHU On-Line, 26-5-2020

http://www.ihu.unisinos.br/

Traducción de Correspondencia de Prensa

Los primeros casos de contaminación por covid 19 en el continente africano se registraron oficialmente a fines de febrero y principios de marzo en la ciudad de Lagos (Nigeria) y en Dakar, capital del Senegal, ambas situadas en el África subsahariana, donde se encuentran 47 de los 54 países africanos. A finales de la semana pasada, 99.062 personas se habían infectado con el nuevo coronavirus en todo el continente, siendo el África subsahariana el epicentro de la epidemia hasta la fecha, con más de 66.000 casos y más de 1.500 muertes, mientras que el norte de África, también conocida como África septentrional , registra 31.232 casos y 1.522 muertes, dijo el economista Raphael Bicudo a IHU On-Line.

Desde 2000, Bicudo ha estado estudiando el desarrollo económico del África subsahariana y dice que la propagación de la pandemia en la región se ve con gran preocupación debido a la composición y al precario sistema de salud de la mayoría de los países. «La mayoría de los países del África subsahariana se enfrentan a sistemas de salud globalmente precarios con una baja capilaridad espacial. Más de la mitad de la población no tiene acceso a los servicios de salud, debido a la precariedad de las instalaciones y el equipo, la falta de material y medicamentos, la falta de camas y de unidades de cuidados intensivos – UCI.

En la siguiente entrevista, concedida por correo electrónico, el economista afirma que el crecimiento económico del continente africano en las dos últimas décadas, procedente fundamentalmente de la exportación de recursos naturales a China (commodities: minerales, metálicos y agrícolas), «no ha generado una mejora del panorama social», lo que hace imposible superar la pobreza intergeneracional,  mientras el 76% de los empleos en los países del África subsahariana son informales. Este cuadro, señala, impide que la población se adhiera a medidas como el distanciamiento social.

Raphael Bicudo tiene una maestría en Economía Política de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo – PUCSP y un doctorado en Historia Económica de la Universidad de São Paulo – USP. Actualmente enseña en la Universidad Presbiteriana Mackenzie, la Fundación Getulio Vargas – FGV, el Centro Universitario Bellas Artes y la BBS Escuela Internacional de Negocios, en Luanda, Angola. Es autor de A Economia Social de Angola e da África subsahariana (São Paulo: Editora Xamã, 2012).

-IHU On-Line – ¿Cuál es la situación económica y social en el África subsahariana? ¿Cuáles son las causas de este escenario?

Raphael Bicudo – Desde un punto de vista estrictamente económico, podemos caracterizar la situación económica de los países del África Subsahariana – ASS, a partir de las siguientes fases:

1ª fase, entre 1960-74: crecimiento más rápido. El PIB creció a una tasa media anual del 5,3%. Podemos destacar dos sub-períodos: 1) 1960-70, con el impulso de la independencia y el lanzamiento de programas de inversión en infraestructura – la tasa de crecimiento promedio del PIB fue de alrededor del 5,2%; y 2) 1970-74, el auge de las materias primas, cuyo crecimiento de los ingresos permitió nuevos programas de inversión – la tasa de crecimiento promedio registró el 5,4%.

2ª fase, entre 1974-1981: crecimiento más moderado (tasa de crecimiento del 2,4%). Declive económico, causado por la caída del impulso inicial del decenio de 1960, debido a la fuerte caída del precio de las materias primas en la segunda mitad del decenio de 1970. El período de 1977 a 1981 se caracterizó por el fuerte endeudamiento de los países del África subsahariana.

3ª fase, entre 1981 y 1993: esta fue la fase de la llamada «década perdida», con una tasa de crecimiento promedio de alrededor del 1%. También fue el período de ajuste estructural, dado el peso que el programa de reformas económicas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional – FMI terminó ejerciendo en el continente.

4ª fase, desde 1993: una tímida fase de recuperación, con una tasa de crecimiento anual media del 3,2%. Uno de los factores responsables de esa recuperación fue la corriente de Inversión Extranjera Directa – IED, cuyo crecimiento es menor que en otras regiones en desarrollo, pero que, en comparación con el pasado, es importante para el ASS.

5ª fase, a partir de los años 2000: las economías del África subsahariana comenzaron a presentar un crecimiento económico muy significativo, del orden del 5,5% al 6% anual, con algunas oscilaciones y situaciones diferenciadas entre los países, prácticamente hasta el año 2019. Este período de crecimiento puede explicarse por el aumento de las exportaciones de recursos naturales (productos básicos: minerales, metales y agricultura) a China, un mayor volumen de inversión extranjera directa, principalmente china, así como el aumento de las obras públicas en la región.

En lo que respecta a las cuestiones sociales, la región del África subsahariana tiene indicadores más bien negativos en comparación con otras regiones. El crecimiento económico alcanzado en los años 2000 puede considerarse no inclusivo, desde el punto de vista social, sobre todo si tenemos en cuenta las cifras de la pobreza extrema (familias que viven con 1,90 dólares diarios) que, según el Banco Mundial, en 2019 registró un contingente de 437 millones. Cabe añadir que las proyecciones para 2030, según el mismo Banco Mundial, indican que de cada diez personas que viven en la pobreza extrema, nueve vivirán en países del África subsahariana.

Pobreza intergeneracional

El África subsahariana, según el UNFPA (Órgano de Encuesta de Población de las Naciones Unidas), tiene una población de aproximadamente 1.080.429 personas, con una tasa de crecimiento demográfico de 2,7 (2000-2018). La población menor de 18 años es de alrededor de 530.744, y los menores de cinco años constituyen un total de 171.759. Por lo tanto, más de la mitad de la población se considera joven. Cuando cruzamos los datos de la población con los indicadores de pobreza extrema, así como con otros indicadores sociales, esto nos lleva de nuevo al problema de la pobreza intergeneracional.

En otras palabras, los niños y jóvenes del África subsahariana probablemente tendrán una vida igual o peor que la que vivieron sus padres.

Otros indicadores sociales importantes se refieren a la tasa de mortalidad de los niños menores de 5 años (TTM5) – por cada mil nacidos vivos y la esperanza de vida al nacer. En ambos casos, la región del África subsahariana muestra una evolución cuando consideramos los años 2000 y 2018. El TMM5 era 153 en 2000, aumentando a 78 en 2018. La esperanza de vida al nacer en la región aumentó de 50 años en 2000 a 61 años en 2018, lo que constituye un nivel bajo para los estándares mundiales, aunque un avance importante para los países del África subsahariana.

A esto hay que añadir la gravedad de la situación de inseguridad alimentaria en la región. Según los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación – FAO, el número de personas que no consumen la cantidad calórica necesaria para pasar un día es de casi 300 millones. Aproximadamente el 40% de los niños africanos de hasta cinco años de edad están desnutridos.

Por lo tanto, incluso con una fase muy positiva de crecimiento económico en los últimos decenios (como hemos mencionado anteriormente), no ha generado una mejora en la composición. De ello se desprende que el crecimiento económico por sí solo no ha sido suficiente para incluir a la mayoría de los africanos en la sociedad. Se necesitan políticas sociales estructurales en las más diversas áreas para tratar de revertir el problema de la pobreza intergeneracional.

-IHU – ¿Cuáles son las principales diferencias entre el África subsahariana y el África septentrional?

RB – El África subsahariana corresponde a la región del continente africano situada al sur del Sáhara, por lo que quedan excluidos los países que forman parte del África septentrional (Argelia, Egipto, Libia, Marruecos, Mauritania y Túnez). El término «subsahariano» se deriva de la concepción eurocéntrica, según la cual el Norte estaría arriba y el Sur abajo, no sólo en términos de espacio, sino también en sentido económico, político y cultural.

-HIU – ¿Cómo ha impactado la pandemia del Covid-19 en el África subsahariana? ¿Qué países están más afectados por el covid-19?

RB- La última actualización del 21/05/2020, presentada por el Centro de Control y Prevención de la Unión Africana – África CDC, registra un aumento de 95.201 a 99.062 en el número de infectados por covid-19, en las últimas 24 horas y un total de más de 3.000 muertes.

Una aclaración inicial importante es que mi investigación, desde principios del decenio de 2000, se ha centrado en la región del África subsahariana, por lo que trataré de destacar esta realidad a lo largo de la entrevista.

En cuanto al número total de personas infectadas y los casos de muertes causadas por la pandemia covid-19, es importante presentar los datos sobre el continente africano en su conjunto, ya que la mayor concentración de casos hasta ahora se encuentra en el África subsahariana.

En el África occidental hay 27.168 infectados y un total de 578 muertes, y en el África meridional hay 20.616 y 389 muertes; en el África meridional, Sudáfrica concentra casi todos los casos, con 19.137 infectados y 696 muertes. En el África septentrional se registran 31.232 casos y 1.522 muertes.

Seis países concentran 2/3 de los casos en África: Sudáfrica (19.137), Egipto (15.003), Argelia (7.728), Marruecos (7.211), Nigeria (7.016) y Ghana (6.486).

Algunos países de la región del África subsahariana están mostrando una evolución en el número de infectados: Camerún (4.288), Sudán (3.138), Djibouti (2.047), Gabón (1.567), República Democrática del Congo (1.944), Somalia (1.534), Kenya (1.109), Níger (924), Zambia (866) y Burkina Faso (812).

La principal preocupación por la propagación de la pandemia en la región se debe a la composición y las precarias condiciones de los sistemas de salud de la mayoría de los países del África subsahariana.

-HIU – ¿Qué medidas se han adoptado en África para hacer frente a la pandemia? ¿Cuáles son las directrices del gobierno?

RB- Los primeros casos de contaminación se han registrado oficialmente en las metrópolis de Lagos (27/02/2020) y Dakar (03/03/2020). Los gobiernos y las autoridades sanitarias del continente adoptaron, casi de inmediato, políticas, medidas y protocolos de prevención y tratamiento similares a los del resto del mundo.

Teniendo en cuenta la precariedad de los sistemas y el equipo de salud pública de muchos países, los gobiernos africanos tuvieron en cuenta inmediatamente que un aumento exponencial de los casos de covid 19 conduciría a una situación de colapso de los centros de salud y las instalaciones hospitalarias. Con el fin de reducir la transmisión del virus, las autoridades actuaron rápidamente para limitar la aglomeración de personas en los lugares públicos, promover el distanciamiento social y adoptar medidas de contención territorial (control más estricto de las fronteras terrestres, limitación del tráfico aéreo, etc.). Por ejemplo: Gambia ha cerrado su frontera con el Senegal, en Sudáfrica se ha decretado la cuarentena obligatoria, Nigeria ha decretado el confinamiento en sus dos ciudades más pobladas, en Kenya hay un toque de queda, Angola ha mantenido el aislamiento social, es decir, los gobiernos han hecho un esfuerzo importante para romper la cadena de transmisión, en la mayoría de los casos, basándose en varios factores adversos.

He aquí una observación: los países del África subsahariana, a través de sus gobiernos, se han comportado mucho mejor que el gobierno brasileño. Los países del África subsahariana siguen las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud – OMS, basadas en los preceptos de la ciencia, y tienen en cuenta la opinión de muchos buenos especialistas de varios países de la región. No hay tiempo que perder con la charlatanería cuando se trata de salvar vidas.

-IHU – ¿Qué instituciones han desempeñado un papel importante en la lucha contra la pandemia en los países africanos?

RB – Además de los gobiernos ya mencionados, cabe destacar siempre el papel de varias ONG africanas y no africanas, así como el de instituciones como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia – UNICEF, Médicos sin Fronteras, además de la Organización Mundial de la Salud, la Unión Africana y la contribución de los científicos locales, las universidades. Un colectivo de 25 intelectuales africanos (Diagne, Sarr, Lopes, Mbembe, Nubukpo, etc.) pone de relieve que las redes locales de solidaridad social y la gestión familiar de las enfermedades, que suelen compensar parcialmente los fallos del aparato estatal, pueden mitigar las repercusiones sanitarias y psicológicas de la pandemia.

-IHU – ¿Cuáles son las mayores preocupaciones y obstáculos en este momento tanto en la esfera social como en la sanitaria?  Aún en este sentido, ¿cómo es el sistema de salud en la región?

RB- En la esfera de la salud, según los informes de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África – Uneca, pocos países del África subsahariana (Sudáfrica, Senegal, Kenya, Costa de Marfil) tienen una infraestructura sanitaria más adecuada. La mayoría de los países del África subsahariana se enfrentan a sistemas de salud globalmente precarios con una baja capilaridad espacial. Más de la mitad de la población no tiene acceso a los servicios de salud, debido a la precariedad de las instalaciones y el equipo, la falta de materiales y medicamentos, la falta de camas y de unidades de cuidados intensivos – UCI, las dificultades de acceso, etc.

Por ejemplo, en el caso de Gambia, no hay UCI. En este momento, se están creando cien en todo el país. La necesidad supera las 1.000 unidades. Somalia sólo tiene 15 camas en la UCI para casi 15 millones de personas, similar a Malawi con 25 unidades de cuidados intensivos para 17 millones y Uganda con 55 UCI para más de 40 millones de personas.

También hay que tener en cuenta que en muchos países del África subsahariana, los deficientes sistemas de salud tienen muchos pacientes con enfermedades como la tuberculosis, el VIH, el paludismo y muchos casos de malnutrición aguda.

En el norte de Malí, el Comité Internacional de la Cruz Roja señala que el 93% de las estructuras sanitarias han sido destruidas por el conflicto actual. El acceso a instalaciones remotas en el sur del país es demasiado costoso e inseguro para la mayoría de la población. En Burkina Faso, los conflictos en el este del país han provocado una afluencia de personas desplazadas en ciudades de tamaño medio cuyas capacidades sanitarias ya están casi saturadas.

En el ámbito social, el problema de la alta densidad de población puede facilitar la propagación del covid-19 en la mayoría de los países de la región. En Nairobi, capital de Kenya, hay barrios pobres (llamados Mukuru), donde medio millón de personas viven en condiciones muy precarias. La mayoría de las casas están hechas de cartón o plástico, no hay ventilación o algún tipo de drenaje, no hay recolección de basura, lo que facilita la proliferación de enfermedades. ¿Cómo separar a las personas en caso de infección? En la mayor parte de la región, no existe tal posibilidad.

Otro factor agravante es el problema del hambre, como señalamos al principio de la entrevista. La mayoría de los empleos en los países del África subsahariana son en la economía informal, para ser precisos, el 76%. Así, millones de adultos y niños sólo tienen esta forma de supervivencia y ésta depende de las calles, lo que dificulta el aislamiento social, una de las principales formas de evitar el contagio.

También añado la disminución de la ayuda humanitaria, esencial para muchos países de la región, es decir, como la pandemia también afecta a muchos países donantes, estos recursos en menor volumen harán que la situación en la región sea aún más difícil.

-HIU – Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia – UNICEF, 258 millones de personas que viven en el África subsahariana no pueden lavarse las manos porque no tienen acceso a agua y jabón. ¿Es esta realmente la realidad? ¿Qué información tienes sobre eso?

RB… De hecho, los datos son correctos. En muchos países de la región faltan los elementos básicos, como el agua y el jabón. Como señalan los datos de Unicef, el 63% de la población de la región que vive en zonas urbanas (258 millones de personas) no tiene acceso a la posibilidad de lavarse las manos. El acceso al agua en los países del África subsahariana es sumamente difícil en las zonas urbanas y especialmente en las rurales. Más del 30% de todos los habitantes de los países de África occidental y central no tienen acceso al agua potable.

En el Sudán meridional, sólo el 34% de los hogares tienen acceso a un pozo colectivo o a un sumidero en menos de 30 minutos. Así, la limpieza regular de las manos con jabón y alcohol en gel también se enfrenta al doble problema de la escasez de productos y el bajo poder adquisitivo de la mayoría de la población. Ante esta situación, las condiciones de higiene, una de las principales formas de evitar el contagio, se convierten en una tarea bastante compleja.

– HIU – ¿Cómo ha contribuido la experiencia que han tenido los países africanos en la lucha contra el virus del ébola a la lucha contra el covid-19? ¿Cuál es la situación del virus del ébola  en este momento?

RB- La epidemia del virus del ébola comenzó en marzo de 2014 en Guinea y se propagó a países vecinos como Liberia, Sierra Leona y Nigeria, llegando a casi 30.000 personas y causando más de 11.000 muertes. La epidemia no se contuvo hasta finales de 2015.

La principal experiencia del enfrentamiento con el ébola, y que puede utilizarse en este momento, sería la cuestión del aislamiento social, una mayor atención a las fronteras, un mayor cuidado con la higiene de las manos para quienes tienen condiciones adecuadas para ello.

En abril de este año se detectaron algunos nuevos casos de ébola en la República Democrática del Congo, en la provincia de Kivu Norte.

-HIU – ¿Qué otras epidemias han sido frecuentes en África y cómo las han afrontado los países? 

RB- La situación del VIH en la región sigue siendo bastante preocupante. Del total de 37,9 millones de personas que viven con el VIH, el 68% se encuentran en países del África subsahariana, según el ONUSIDA [Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA]. El último Informe de UNICEF (2019) sobre la situación de los niños en el mundo presenta indicadores bastante sorprendentes sobre el número de niños infectados por el VIH. El número total de niños y niñas de 0 a 14 años que viven con el VIH en la región del África subsahariana es de unos 2.430.000. El total mundial en este grupo de edad es de 2.700.000 niños infectados con el virus.

La pandemia de coronavirus también puede socavar los programas de lucha contra enfermedades y epidemias preexistentes (tuberculosis, sarampión, paludismo, etc.) que probablemente pierdan algunos de los recursos financieros que le asignan los gobiernos y las ONG.

Las mismas dificultades desde el punto de vista de las condiciones del sistema de salud de la región, así como los problemas sociales, generan una serie de desórdenes en la lucha contra varias otras epidemias que siempre han formado parte de la realidad de los países de la región. Si el número de personas infectadas por el covid-19 aumentara en el África subsahariana, el ya debilitado sector de la salud podría dejar a muchas personas sin acceso a ningún tipo de atención.

-HIU – ¿Cuáles son las proyecciones económicas y sociales para el África subsahariana post-pandémica?

RB- En el período 2000/2014, la trayectoria de las economías africanas se ha caracterizado por una tasa de crecimiento del PIB superior a la media mundial. Después de este período hemos observado una desaceleración de la expansión económica en los últimos años. El menor ritmo de crecimiento afecta particularmente a los países exportadores de petróleo y minerales, además de un fuerte aumento del nivel de endeudamiento público. También es evidente que, con algunas excepciones como Etiopía, Ruanda o el Senegal, la inserción competitiva en la globalización no ha estimulado la diversificación de las economías que siguen dependiendo de las exportaciones

Según el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, ambos prevén un escenario de recesión para la región del África subsahariana. Los economistas de la institución predicen una caída del PIB que oscila entre el -2,1 y el -5,1% en 2020, caracterizando así la primera recesión desde finales de los años noventa. Existe una combinación de factores como la desorganización de los circuitos de producción y comercio, la caída de la Inversión Extranjera Directa – IED y otros flujos financieros como la ayuda internacional, las remesas de los trabajadores migrantes, los ingresos del turismo, etc., así como los impactos del confinamiento y las restricciones de movimiento.

Los impactos del covid-19 afectan a la economía mundial en su conjunto, con una contracción de entre el 2,0% y el 3%, y el volumen del comercio mundial, que ya se había debilitado en los dos últimos años, podría contraerse entre el 13% y el 32% en 2020.

Teniendo en cuenta los principales socios comerciales, especialmente China y la zona del euro, debería tener un impacto en los países africanos más integrados en las redes mundiales de comercio de productos básicos del orden del 35% para los países de la región, afectando principalmente a los países exportadores de petróleo (Nigeria, Angola, Chad, Guinea Ecuatorial, Sudán del Sur, República del Congo). Los ingresos de las exportaciones de estos países ya se habían visto afectados por la caída del precio del barril de petróleo debido a la guerra comercial entre Arabia Saudita y Rusia.

En cuanto al turismo, es probable que los países más afectados sean Sudáfrica, Cabo Verde y Kenya.

Cuestiones sociales

..

En cuanto a las cuestiones sociales, empiezo destacando los posibles impactos entre los grupos más expuestos a la contaminación intracomunitaria por el coronavirus: entre ellos se encuentran los refugiados, las personas desplazadas y otras víctimas de conflictos y persecuciones, un contingente de aproximadamente 26,4 millones de personas, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados – ACNUR.

En el Sudán meridional, 200.000 personas viven en campamentos superpoblados sin acceso a instalaciones sanitarias adecuadas. Es probable que las restricciones a la circulación de las personas, que se imponen a los profesionales del sector humanitario, agraven aún más la situación, dificultando el acceso de los organismos de las Naciones Unidas y las ONG a los campamentos.

Las repercusiones de la pandemia en las familias africanas también pueden ser considerables. La combinación del aumento del desempleo -20 millones de empleos formales estarían amenazados- y la retracción de las actividades informales, que representa más del 70% en la región, podría llevar a millones de africanos a la pobreza extrema, lo que aumentaría aún más el contingente, que ya supera los 400 millones.

-HIU – ¿Cómo han impactado en la región los viajes del Papa Francisco al África subsahariana? ¿Qué repercusiones ha visto a este respecto?

RB- El viaje del Papa Francisco a Uganda, Kenya, República Centroafricana, fue muy importante para hacer hincapié en el respeto y la tolerancia de la diversidad religiosa.

En cuanto a las cuestiones sociales, señaló a la atención problemas como los niños soldados, los refugiados, las personas mutiladas por la guerra, las víctimas del VIH, condenando todas las formas de desigualdad, y también hizo hincapié en el problema del cambio climático.

-HIU – ¿Quieres añadir algo más?

RB – Quisiera dejar claro que mis reflexiones sobre los países del África subsahariana se basan en los estudios que vengo realizando desde principios de la década de 2000, y especialmente en más de una década de enseñanza en Angola en cursos de postgrado, ofreciendo la disciplina Macroeconomía del Desarrollo dirigida al África subsahariana y a Angola.

Así, subrayo algunos puntos que creo que son importantes para la reflexión sobre la región:

Notas del entrevistado

i) No hay una sola África, sino varias Áfricas en una sola. La diversidad entre los países es muy grande, por lo que debe ser considerada;

ii) A pesar de los indicadores sociales desfavorables, no comparto la opinión basada en el afro-pesimismo, es decir, de un presente y un futuro caótico para la región, ni un optimismo exagerado. Creo firmemente en el potencial de resistencia del pueblo africano;

iii) Una región en la que alguna vez surgió el movimiento panafricano y personas del más alto nivel, como los dirigentes Amílcar Cabral, Mandela, Agostinho Neto, Lumumba, y en las artes, Cesaria Évora, Mia Couto, Pepetela y Agualusa, pueden y deben pensar de manera endógena, hacer su propia reflexión sobre su presente y su futuro.

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