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50 Años: 1970-2020, Cincuentenario del Triunfo del Pueblo Allendista. Por Ricardo Klapp Santa Cruz.

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1970-2020, Cincuentenario del Triunfo del Pueblo Allendista

RICARDO KLAPP SANTA CRUZ,
(Comunicador Social, mayo 2020)

“crear una nueva sociedad que asegure a cada familia, a cada hombre o mujer, a cada joven y a cada niño, derechos, seguridades, libertades y esperanzas”.

Presidente Salvador Allende Gossens, Estadio Nacional, 5 de noviembre 1970.

“la mayoría de las reformas planteadas por la Unidad Popular coinciden con los deseos, con los planteamientos de la Iglesia, así que hay un apoyo claro”.
Cardenal Raúl Silva Henríquez, Diario Ultimas Noticias, 12 de noviembre 1970

UNIDAD POPULAR Y GOBIERNO DEL PUEBLO:

Este año, conmemoramos medio siglo del triunfo del pueblo allendista y de la victoria popular. Cincuenta años que el pueblo conquistó un gobierno del pueblo, que no nació de la nada, sino que fue la maduración de un proceso acumulativo social y popular y de construcción de valores contra-hegemónicos y de ideales éticos. La historia oficial difundida por los vencedores, enmascaran, ocultan o mienten. Para cambiar la realidad hay que conocerla.
El 9 de octubre pasado, se cumplieron 50 años de la creación de la Unidad Popular, alianza de izquierda, que llevó al abanderado de los humildes, a la presidencia de la República al Dr. Salvador Allende Gossens. Con un Programa Básico Popular, expresado en 40 primeras medidas.
La Unidad Popular, fue el fruto de largos años de lucha, movilización social y popular. Proceso que llevó al triunfo a la Unidad Popular el 4 de septiembre de 1970. La unidad de las fuerzas transformadoras. La unidad se dio de forma amplia, con los Partido Comunista (PC), el Partido Socialista (PS), el Partido Radical, (PR), Movimiento de Acción Popular Unitario (MAPU), la Acción Popular Independiente (API) y el Partido Social Demócrata (SD). Posteriormente, se unió La Izquierda Cristiana (IC).


El Programa Básico, se dió a conocer el 17 de diciembre de 1969. La designación del candidato, presidencial de la UP, cuyos precandidatos fueron: Alberto Baltra PR, Jacques Chonchol MAPU, Rafael Tarud API, Pablo Neruda PC y Salvador Allende (PS). El 22 de enero de 1970, Allende era el abanderado presidencial de la Unidad Popular.
Un componente decisivo, fue la creación de los Comités de Base de la UP, como expresión unitaria de poder político y social en la base, en los barrios, en las poblaciones, en los centros laborales o de estudio. Se crearon más 15 mil Comités, con la participación de independientes y de las fuerzas populares.

El Programa Popular, permitía grandes transformaciones, como Nacionalizar el Cobre, denominado el sueldo de Chile. La Reforma Agraria, el medio litro de leche para todo niño y niña del país. Promover el florecimiento del muralismo y la cultura como acción importante del desarrollo humano y al alcance de todos, la educación y la salud para todos, el trabajo digno y creador, los trabajos voluntarios. La cesantía se redujo al 3% y las autoridades públicas no podían ganar más de 20 sueldos vitales. Se construyeron más de 100 mil unidades habitacionales. Se trataba de consolidar un país soberano, solidario, integrado a los países de la región, con el debido respeto a la autodeterminación de los pueblos.

La Unidad Popular y el gobierno de Salvador Allende, concitó el cariño de los pueblos del mundo. “La limpia victoria alcanzada”, como lo dijera Salvador Allende en los balcones de la Fech. Fue una gesta histórica y popular; Triunfó “la vía chilena al socialismo”, conocida como “la revolución con vino tinto y empanada”. Un proceso original en aquella época. Allende fue un visionario, su liderazgo en esa construcción de patria justa para todos y todas. La Unidad Popular y Allende significaron una reafirmación del compromiso incondicional con la emancipación humana, fue un acto de rebeldía del Pueblo chileno, interpretó las ansias de emancipación y de libertad de un pueblo, contra una oligarquía humilladora y ambiciosa.
El discurso de Allende expresó, “por eso, esta noche que pertenece a la historia, en este momento de júbilo, yo expreso mi emocionado reconocimiento a los hombres y mujeres, a los militantes de los partidos populares e integrantes de las fuerzas sociales que hicieron posible esta victoria, que tiene proyecciones más allá de las fronteras de la propia patria. Para los que estén en la pampa o en la estepa, para los que me escuchan en el litoral, para los que laboran en la pre-cordillera, para la simple dueña de casa, para el catedrático universitario, para el joven estudiante, el pequeño comerciante o industrial, para el hombre y la mujer de Chile para el joven de la tierra nuestra, para todos ellos, el compromiso que yo contraigo ante mi conciencia y ante el pueblo -actor fundamental de esta victoria- es ser auténticamente leal en la gran tarea común y colectiva. Lo he dicho; mi único anhelo es ser para ustedes el compañero presidente”. El 24 de octubre por 153 a 35 votos el Parlamento confirmó la presidencia de Salvador Allende.

Fue la primera vez en la historia mundial, que un marxista había llegado por la vía institucional a la presidencia de La República. Para nosotros Salvador Allende es; compañero, rescate de la memoria histórica, coraje y consecuencia, inteligencia y voluntad transformadora con humanidad, su visión, dignidad, su vida y trayectoria, sus obras, líder enraizado en el alma nacional, de discursos sencillos de gran valor didáctico y de riguroso orden analítico, que recogía las aspiraciones populares. Su legado histórico, se funden de los más profundo del pueblo de izquierda, con la historia del Chile popular.
Unidad Popular, creció desde un 36,5% obtenido en 1970, al 51% en las elecciones municipales de abril de 1971. En las elecciones parlamentarias de marzo de 1973 obtuvimos un 44% de la votación, en plena conspiración golpista, cuyo objetivo era generar, desestabilización, incertidumbres, violencia y desabastecimiento. Ante el Congreso Nacional el 21 de mayo el presidente dijo “caminamos hacia el socialismo no por amor académico a un cuerpo doctrinario. Nos impulsa la energía de nuestro pueblo”. El 3 de marzo de 1972, Allende en Chuquicamata expresó “el suelo de Chile es el cobre, como la tierra es el pan, como el bosque podríamos decir, es el techo y la vivienda”.

Conspiraron, el gobierno norteamericano, el Pentágono, la CIA, el FBI, las instituciones económicas y financieras internacionales, el Banco Mundial, en acuerdo con la burguesía nacional, el ejército, marina, aviación y carabineros, entrenados en la Escuela de las Américas, donde se formaron la mayoría de los dictadores y torturadores, para convertir a las instituciones armadas en el brazo masacrador de la clase dominante. El 24 de junio declaró “los trabajadores en Chile han conquistado el gobierno; no han conquistado el poder” y agregaba “la revolución no es un proceso para servir apetitos personales o partidarios; que implica renunciamiento y sacrificio”.
El triunfo popular de 1970, movilizó un enérgico ánimo de rebeldía, de sentimientos compartidos, con una ética de solidaridad humana, de entrega y desprendimientos personales. Había que construir, colectivamente, una primavera de esperanzas y de creatividad emancipadora.
Fueron tiempos de pelo largo, los malones, las alpargatas, flacuras y barbas, patillas y boinas, el paltó, el montgomery, los bototos y las ojotas, manta e castilla, teléfono de disco, del tranvía y el trolley, los libros publicados por Quimantú “sol del saber”, la militancia y el trabajo voluntario. Echar a andar, darle dignidad y protagonismo al pueblo, era nuestro ideario. Nuestros valores, la lucha por la verdad, la memoria y la justicia social. Los pobres y los niños estaban siendo vacunados y recibieron leche. Y no solo el cobre sería el sueldo de Chile. Vivíamos la alegría en las calles, entonando “El pueblo unido jamás será vencido” el “…y que jué” y el Himno Venceremos «Venceremos, venceremos, con Allende en septiembre a vencer, venceremos, venceremos, la Unidad Popular al poder».

Esta proeza, cumple 50 años. Sustancia necesaria para los combates futuros, en eso Allende tenía una fe absoluta, en que se abrirán las grandes alamedas, es el mejor homenaje a nuestro Compañero Presidente. La Unidad Popular y Allende se mantienen en la memoria popular, como la culminación de un proceso emancipador y de transformación social que desarrolló la izquierda y que fue posible construyendo unidad. Los Allendistas y las fuerzas de izquierda, tenemos que construir un futuro compartido por todos y todas, hoy como ayer, solo el entendimiento, nos liberara del neoliberalismo.

El 11 de septiembre de 1973, Allende se despide de los “trabajadores de mi patria, especialmente de la modesta mujer de nuestra tierra, de la campesina que creyó en nosotros, de la obrera que trabajo más, de la madre que supo de nuestra preocupación por los niños, de los profesionales patriotas, de los jóvenes que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha y del hombre de Chile, el obrero, el campesino, el intelectual, aquellos que serán perseguidos”.
Desde ese mismo día con rayados en murales por las Brigadas Ramona Parra y Elmo Catalán se inició una intensa campaña, atrasada, con muy poco tiempo. A un ritmo vertiginoso se recorrió el país, en el Tren de la Victoria, en multitudinarios actos, manifestaciones con decisivas expresiones culturales, recitales, peñas, poesía, teatro, una campaña con un gran componente juvenil, con un Allende rejuvenecido a pesar de las reticencias de algunos escépticos. La última manifestación popular, el 4 de septiembre de 1973, en Santiago llegó al millón de asistentes. Pese a la campaña del terror.

El 11 de septiembre de 1973, cuando el Presidente Allende murió heroicamente defendiendo nuestro gobierno, el mandato popular, el programa, que el pueblo chileno le encomendó. Como autocritica, la izquierda subestimó el miedo y el odio de la derecha y el imperialismo, a perder sus privilegios. No podíamos pensar, que la burguesía chilena y las transnacionales se iban a quedar tranquilas, cuando perdían sus latifundios y empresas monopólicas y su respuesta fue criminal.

GOLPE DE ESTADO Y TERRORISMO DE ESTADO:

«Quiero que todos los que están presentes sepan que aquí se ha enterrado al Presidente Constitucional de Chile». Hortensia Bussi, en el cementerio Santa Inés de Viña del Mar, acompañada de Laura Allende, dos sobrinos y un ahijado y el edecán aéreo, Roberto Sánchez.

Han pasado más de 44 años, que el golpe de Estado cívico-militar de carácter genocida, se impuso a sangre y tortura y constituyó un revés dramático contra el pueblo y el atropello a la Constitución, mediante el derrocamiento del gobierno legítimo, y la inmolación y el gesto de no entregarse del Presidente Salvador Allende.
Acompañado por los compañeros del GAP y por dirigentes, amigos y colaboradores, Allende resiste el ataque militar y el bombardeo de la aviación. Se negó a rendirse y muere pasado el mediodía de ese once. Los combatientes, son en la mayoría, enviados al regimiento Tacna, donde son brutalmente torturados y asesinados. La imagen emblemática de La Moneda en llamas, nos quedó grabada para siempre.
El bombardeo y el cañoneo contra La Moneda, así como la casa de Tomás Moro, dieron comienzo a un régimen tiránico y desató el terrorismo de Estado con montajes. Pulverizaron y se encarnizaron contra seres humanos. Miles de torturados, encarcelados, asesinados, detenidos desaparecidos, crímenes de lesa humanidad, allanamientos, exonerados, exiliados. Se instaló así, la barbarie, la impunidad y el despotismo.
Los primeros treinta días del Golpe de Estado fueron demoledores. El 12 de septiembre de 1973, los golpistas decretaron Estado o Tiempo de Guerra. El 13 de septiembre, en una declaración por “la sangre que ha enrojecido nuestras calles”, la Iglesia Católica solicitó respeto por los caídos. El 17 de septiembre, fue congelada la personalidad jurídica de la Central Única de Trabajadores (CUT), además de decretar censura a la prensa no clausurara. El 19 septiembre, cesaron los alcaldes y regidores que no estaban detenidos y designaron nuevas autoridades. El 21 de septiembre, clausuraron definitivamente el Congreso Nacional. Para el 1° de octubre, intervinieron las universidades y nombraron rectores militares. El 8 de octubre, decretaron asociaciones ilícitas a los partidos de la Unidad Popular. El 9 octubre, se crea el Comité pro Paz, con respaldo de algunas iglesias. El 11 de octubre, decretaron en receso a los partidos de derecha, incluyendo a la Democracia Cristiana y el 13 de octubre, incineraron los padrones de los Registros Electorales.

Comenzaron a asesinar y torturar a miles de personas en alrededor de 500 centros de exterminio ilegales, (regimientos, comisarias, estadios, barcos, islas), y otros miles fueron exoneradas y humilladas. El terrorismo de Estado, era inseparable de la violencia institucional y económica contra el pueblo.
En la primera fase de represión, la dictadura no se preocupó de esconder los crímenes para traumatizar al país y lisiar el conocimiento. Su faena y su maldad fueron ideológicas, fue para aniquilar dirigentes y militantes del movimiento popular. Nuestros caídos sembraron rebeldías, ideas justicieras y redentoras. Ellos, nunca realmente se han ido. Forman parte de un proyecto transformador. No sólo aspiraron a profundizar las derechos ciudadanos, sociales y políticos y que representan un gran progreso. Fueron, son y serán también parte a la emancipación, la redención social y a la auto-liberación humana.

El golpe de Estado, fue financiado y promovido por una potencia extranjera, que actuaba como dueña y gendarme de América Latina y de sus pueblos. Su objetivo terminar con la “vía plural y democrática al socialismo”, vía nacional y autónoma, que exigía la participación protagónica del pueblo. La muerte del Presidente Allende, significó el atropello a la dignidad y la certeza de que vendrían tiempos tormentosos, de penurias y de oscurantismo.
Allende, promotor y eje de un proyecto histórico y transformador; marxista declarado, solidario con las experiencias liberadoras y emancipadoras de otros pueblos. El 11 de septiembre de 1973, denunció y vaticinó la traición. Nos anticipó lo que vendría, un periodo gris y amargo. El Allendismo, es también un sentimiento y una corriente política de masas de las libertades políticas y de la conciencia social.
Poco de verdad, escasa justicia, pequeñas reparaciones, insuficiente memoria histórica, es lo que actualmente tenemos. Esperamos más verdad, más justicia, más reparación y avances en memoria. Aún nos falta mucha información. Falta por condenar a muchos genocidas, que se avance en el reconocimiento de los horrores y las atrocidades a los derechos humanos conculcados, y se honre a los memorables luchadores sociales, para que se termine de este modo con las impunidades.
La represión ejercida contra el pueblo, sus organizaciones y familias, fue una acción de bandas armadas del Estado, en forma planificada y sistemática, cuyo objetivo primero fue inmovilizar y aterrorizar a los chilenos, desarticular las organizaciones sociales, asesinar con bestialidad a dirigentes políticos anti-dictatoriales y/o clandestinos. Todo aquello, con el objetivo central, que consistió en instalar un sistema y modelo de sociedad ultra-capitalista y neoliberal al servicio de los poderosos amañadores de la historia.

Para que Chile sea democrático, debe regirse por una constitución democrática y representativa de la voluntad popular. Sin embargo, aún nos oprime una institucionalidad castocrática, creada y heredada de la tiranía. Ningún criminal ha sido degradado. Muchos victimarios se dedican al saqueo y perciben pensiones millonarias que las paga el pueblo de Chile. Mientras que los ausentes, yacen junto a sueños y esperanzas. Recordar a las víctimas y a los perseguidos es un pequeño acto de justicia y reconocimiento, ya que el pasado, aún es presente, mientras no exista verdad, justicia y reparación. La verdad está fragmentada para las graves violaciones a los derechos humanos. Dar vuelta la hoja, el privilegiar el consenso unilateral, es también impunidad.

Durante 17 años, obligaron a nuestros familiares de los “supuestos seres humanos” a demostrar la existencia legal, con testimonios, certificados de nacimiento o de estudio, fotos, actas matrimoniales, carnet escolares, ya que los opresores denegaban y negaban hasta su existencia terrenal. No reconocer los horrores implica ser cómplice de hechos deleznables contra la humanidad.
Hemos debido enfrentar incluso el silencio de algunas víctimas que aún tienen miedo, o que intentan olvidar sus dolores y sufrimientos, o los que dicen no saber, no creer, que ocultan sus responsabilidades y pregonan el olvido, la impunidad, la desmemoria, la amnesia colectiva y optan por el blanqueo. Además, las penas de los criminales no se condicen con la gravedad de sus delitos. Los subterfugios de la media prescripción es también impunidad. La impunidad es el principal obstáculo para el correcto devenir de las políticas de memoria. La impunidad no es sólo jurídica o penal, sino que también se expresa en términos comunicacionales, culturales y en la coligación del elitazgo.
Al olvido, se le derrota con la memoria activa, continuaremos pronunciando y escribiendo sus nombres, difundiendo sus imágenes y rostros, con obras de teatro, canciones, libros, afiches, videos y poemas, de sus recuerdos y vivencias. Incluso en los amargos centros de tortura, torretas y cárceles, se impuso la camaradería, el compañerismo solidario y fraternal de los resistentes.
Si Pinochet no hubiese sido detenido en Londres, no hubiera habido juicios contra los genocidas. Dar a conocer los nombres de los delatores, chequeadores, analistas, verdugos y ejecutores de los horrores, asalariados por el Estado y agentes de exterminio, deben ser públicos. Hay que demoler los “pactos de silencio” de jefes, ejecutores, torturadores e informantes de los escuadrones operativos de la tiranía. En el establecimiento de la verdad se avanza con dificultad, incluso a contracorriente, y es eso lo que explica la demora en las investigaciones, contra las mentiras, la destrucción de pruebas y extraños suicidios, que intentan borrar toda huella de lo ocurrido.

Transcurridos 47 años del golpe de Estado, algunos civiles de derecha, ayer activos protagonistas de violaciones a los derechos humanos, que justificaron secuestros y trituración de personas, desapariciones de prisioneros, ley de fuga, falsos enfrentamientos, violaciones a mujeres, envenenamientos, cambios de nombres de calles y poblaciones, quemas de libros y seres humanos, represión del pensamiento crítico. Recurren a su añosa edad, para zafar de su deshumanizado accionar. Dicen padecer de enajenación mental, demencia senil, desorientación y confusión o afirman tener Alzheimer; los arrogantes, lloriquean a sus familias y piden compasión y misericordia. Palabras que no conocen. Los terroristas de Estado, ellos, confiaron que la tiranía sería eterna contra el pueblo.
Los delitos de lesa humanidad, son imprescriptibles e inamnistiables. Hoy, más de un centenar de genocidas se encuentran condenados y recluídos en Punto Peuco. Otros han sido procesados y condenados a penas irrisorias. Hay una parte de criminales que están en libertad con medidas de prescripción. Todos ellos, sin excepción, hacen uso irregular de recursos del Estado. Algunos se han jubilado por “estrés post traumático”, por las secuelas de la tortura que aplicaron a los ex prisioneros y prisioneras. Estrés causado por los asesinatos, la tortura y la desaparición de los nuestros. Seis mil uniformados en retiro perciben, además de su pensión, las pensiones llamadas “de inutilidad de segunda clase”. Contrario a ello, las y los sobrevivientes torturados siguen luchando por obtener una reparación digna. Hay demasiada ingratitud con los nuestros. Se habla de ley humanitaria para liberar genocidas, se omite reparación a los sobrevivientes de torturas.
La memoria es una construcción social colectiva, “o hay más memoria o hay más silencio”. Con memoria asumimos lo sucedido, con silencio lo ocultamos, dejando abierta la posibilidad de su repetición futura. Hay demasiado silencio entre los civiles colaboradores de la dictadura, hoy activos en la política, la educación, la salud y los negocios, entre otros ámbitos. Intentando mimetizar y minimizar su proceder o complicidad tras algunos uniformados inculpados. A sabiendas, que ellos, jamás, podrán reivindicar los crímenes ante sus hijos, nietos y la historia.
En Chile, los Sitios de Memoria no están en la legislación vigente, sólo el 2% son calificados como monumentos nacionales. Nuestro “Memorial por la Dignidad y la Justicia”, en la Provincia Cordillera, y nuestro “mural en señalética” son catalogados como, (Monumento Nacional en la Categoría de Monumento Público).
Los sectores dominantes, pueden aceptar que las vivencias de los caídos permanezcan en la memoria, a cambio, de que no se les recuerden sus ideas y la práctica social transformadora de la sociedad. Sin embargo, la promoción de los derechos humanos, no es sino parte, de la lucha contra la innecesaria crueldad y privilegios de los abusadores, por desarrollar libertad de conciencia y lograr transformar los dolores, en resistencia humana y concluir en acción emancipadora.

La izquierda, pasan precariamente a la clandestinidad. Se acuña el término resistencia para enfrentar la dictadura. El símbolo conformado por la «R» rodeada de un círculo, que empieza lentamente a aparecer en calles.
La memoria histórica, es una memoria adolorida, es un espacio de disputa contra los victimarios, sus aliados y su odiosidad hacia el pueblo, contra quienes pretenden esconder las crueldades de la mayor tragedia social de nuestra historia. Ellos pretenden promover inconsciencia social para anestesiarnos y tener un control en pensamientos y de las ideas críticas y liberadoras. Se trata de reivindicar el protagonismo histórico de los sujetos y las organizaciones populares, e impedir que las injusticias y las impunidades continúen. La memoria no es sólo convicciones, es también sentimientos, para acallar lo oscuro. Ellos, pretenden, exculparse, encubrir, disfrazar y manipular, reinscribir y falsificar la memoria.

La lucha por los derechos humanos se alza contra la élite, que históricamente ha promovido e inspirado masacres, persecuciones y atropellos. Esa élite, que fue el cerebro criminal del terrorismo de Estado y de genocidios horrendos, otorgó poder a criminales y rufianes, para cometer tropelías como agentes del Estado, para construir una entidades monstruosas, encanalladas, degradadoras de la sociedad y con prácticas delincuenciales y sin control.
Para el Golpe, contra-constitucional, existía un Poder Judicial, que tuvo un rechazo visceral hacia el pueblo. Asumió actitudes obsecuentes hacia la tiranía que ejecutaba una despiadada y sanguinaria represión. Practicaron la inmunidad con su poder infinito, hegemónico y total. Recuérdese el “No ha lugar” como respuesta a los Recursos de Amparo interpuesto por los familiares de los desaparecidos. No escucharon las súplicas legítimas de justicia. La gran mayoría de los magistrados, fueron cómplices de la dictadura castrense y de la clase dominante.
Jaime Castillo, presidente de la Comisión de Derechos Humanos afirmó, “Los magistrados casi siempre, eran serviles y timoratos y tenían mucho rencor hacia la Unidad Popular”. La Corte Suprema rechazó todas, salvo diez, las peticiones de recursos de amparo, de más de 5.400 presentaciones. Incluso el Presidente de la Corte, en 1978 declaró “Los desaparecidos me tienen curco. No creo que existan”.
Los lugares de alaridos inenarrables de torturas, se transformaron en verdaderos “Avernos”. Se trataba de devastar a los secuestrados, de demoler los cuerpos y sus convicciones, mutilar los afectos y de despojarlos de toda legalidad, para concluir en el aniquilamiento. En muchos casos se aplicó racismo, clasismo y el machismo.
“No ubicables”, fue al principio, él término, “desaparecido o desaparecida”, surgió en febrero de 1974, agregándose posteriormente el de “Detenidos-Desaparecidos”. Él “Donde Están” y él “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, surgieron de la cotidianidad de las luchas de madres y padres, abuelas y abuelos, hermanas y hermanos, esposas y esposos y sus parejas con el grito, “Ahora y Siempre”. Después el “Y va a caer,.. y va a caer”.
No se sabía lo que éramos; nos catalogaban de prisioneros de guerra, prisioneros políticos, presos políticos, un número, delincuentes, personal de detenidos, terroristas, antisociales, maricones, maracas, culiás, guevones, asesinos, marxistas, subversivos, confinados y otros epítetos.
Actualmente, a los jueces les interesan los testimonios de vivencias útiles, para probar y configurar lo delitos y aplicar tardíamente la ley (media prescripción). A nosotros, nos interesa resistirnos al olvido y optar por la verdad integral de los prisioneros y de los prisioneros políticos, masacrados y detenidos desaparecidos. Nuestra narración tiene que ser apegada a los hechos, aunque tenga déficit en lo literario. Para varios de los nuestros, la muerte fue esperada como una liberación, para huir de los tormentos.


Desaparecieron los cuerpos y varios sitios de tortura. Los sobrevivientes, son una incomodidad para las élites, son ex-detenidos desaparecidos, o re-aparecidos. Ya que se demoraron días, semanas y meses en reconocer las detenciones. Aún se hereda la presente ausencia de los detenidos desaparecidos, que nos acompañará hasta obtener la verdad sobre sus destinos y desanudar las huellas del horror institucionalizado.
Es por todo esto, que debemos desarrollar el protagonismo de una izquierda histórica y a la vez emergente. Una izquierda social y cultural, que tenga como objetivo básico, fracturar el statu quo del modelo neoliberalista, que abandone la pasividad y los sectarismos, para convertir a los sectores populares, en rebeldes contra las injusticias formateadas por los grandes consorcios financieros, cuyo objetivo es la mantención de sus privilegios y de la hegemonía del gran empresariado, amparada por los poderes fácticos, y los medios de comunicación privilegiados. Una izquierda no sólo denunciativa. Que reconstruya el alma colectiva, en pluralismo inspirado en un cuerpo de principios comunes, que traduzca en propuestas concretas las insatisfacciones y los anhelos del pueblo y se re-apropie de la calle. Que se una en la adversidad.
Los modernos encomenderos, han desarrollado el sistema de mercado al servicio de los aparatos ideológicos dominantes, para el control social del pueblo, además de deformar e intoxicar la información con burdos montajes y callar acontecimientos, como nuestras pensiones vergonzosamente arrebatadas, nuestros alimentos manipulados con químicos, desprestigiar, silenciar y eclipsar lo social y lo reivindicativo, incluso criminalizar a los que protestan contra los abusos, para que nuestra existencia le pertenezca al mercado y a los monopolios y oligopolios que fueron nacionalizados por el gobierno de Allende y que la dictadura devolvió la mitad a los empresarios y vendió la otra mitad, a precio de huevo.
Por su parte, los gobiernos post-dictadura y la sociedad pos-genocida, acogieron con insuficiencias, los petitorios de las víctimas y de los esperanzados. Se han acumulado durante más de tres décadas, promesas incumplidas y de traicionero abandono. Se ha subvalorado a los torturados sobrevivientes y el dolor de los por los asesinados y detenidos desaparecidos, a los niños y niñas víctimas del terrorismo de Estado, que sufrieron brutales allanamientos en sus moradas. A la actual democracia le falta verdad.
La actual Constitución, fue construida sobre la sangre, las torturas, las delaciones y el odio de los golpistas contra el pueblo. La alienación, el desánimo y el contra-politicismo, le conviene a los que defienden el actual status quo. Los cómplices procuran falsificar y adulterar los hechos del pasado reciente, y los conversos procuran olvidarse y que nos olvidemos.

Las luchadoras y luchadores sociales en cambio, aspiramos a construir una sociedad con valores fundados en la dignidad de los seres humanos. Nada nos detendrá en aspirar hacia una sociedad sin temores, para exigir y luchar por derechos básicos y elementales. Se trata de restituir la soberanía popular secuestrada por los extremistas del modelo económico y social de mercado, que imponen el agobio y el sobre-endeudamiento a las familias trabajadoras.
Esta publicación es también, una acción que debe ser educativa, ya que la impunidad, el negacionismo y la relativización de los hechos, derivan en que no cicatricen los dolores. Hay momentos, que parte de la izquierda, ha promovido la desmovilización y la sujeción social. Ello, nos ha derivado en desgaste y reflujo movilizativo. Un pueblo con muchas esperanzas, ha cosechado muchas decepciones.
En muchos lugares del planeta, los memoriales, museos, monumentos los promueven los vencedores. En Chile, la re-significación de los lugares de oprobio, han sido peticionados por las organizaciones de víctimas del terrorismo de Estado y las organizaciones e instituciones que cuentan con caídos en dictadura. Hay que honrar a Salvador Allende y a las víctimas y luchadores sociales, reconocer a quienes ofrendaron sus vidas, por un porvenir mejor, que reivindique los ideales u utopías inconclusas.

SALVADOR ALLENDE MUERTO EN COMBATE:

La muerte en desigual combate del Presidente Salvador Allende. Se hace necesario, que se esclarezcan los hechos y las circunstancias de lo ocurrido, como un segmento de la necesaria verdad histórica. El legado de la lealtad y compromiso con el pueblo, la dignidad con sus cargos, la coherencia ideológica entre sus dichos y su accionar, el acto de sacrificar su vida por nosotros, hizo que el compañero Allende tuviera apoyo popular y social. Está vivo como estandarte del anhelo de transformación y justicia social. Su proyecto y fórmulas doctrinarias eran emancipadoras y en los sectores populares tenían un carácter de genuino sentimiento popular.
Los voceros de la dictadura cívico-militar han tratado de imponer la tesis del suicidio, pero aún, no existen certezas jurídicas, sobre las razones de la muerte e inmolación del Presidente Constitucional, elegido por el pueblo.
El día 11 de septiembre de 1973, se encontraban en La Moneda 67 personas; 24 integrantes de la escolta de Presidente (GAP), 20 funcionarios, 8 médicos, 15 detectives y 9 visitantes. Tenemos la certeza, que Allende comandó la defensa de la democracia en La Moneda, repelió junto a un destacamento de colaboradores la embestida golpista y enfrentó la cobardía y la adversidad con entereza, por más de cuatro horas.
Ese día, los edecanes Roberto Sánchez (Aviación), Sergio Badiola (Ejército) y Jorge Grez (Marina), le informaron al mandatario que tenía un avión en Los Cerrillos, para que abandonara el país. Nuestro Presidente contestó, “Dígale al general, que el Presidente de Chile no se arranca en avión. Yo estoy aquí, y me quedaré defendiendo al gobierno que represento por la voluntad del pueblo. No me voy a rendir, díganle a su comandante en Jefe que si quieren mi renuncia, me la tienen que venir a pedir aquí, que tengan la valentía de pedírmela personalmente”.
A las 10 horas, cuando el General de Ejército, Ernesto Baeza, por teléfono, lo conmina a rendirse, el Presidente le responde, “Ustedes, como generales golpistas que son, no conocen a los hombres de honor”. Posteriormente, también por teléfono, a Pinochet le responde, “Yo no hago trato con traidores, y usted general Pinochet, es un Traidor”.
Según declaraciones en conferencia de prensa de la Junta, Pinochet declaró, “La Junta le ofreció al Presidente Allende, en cuatro oportunidades, que se entregara, dándole la posibilidad que saliera fuera de Chile y garantizándole la vida. No lo aceptó”. Y agregó: “Cuando nuestras tropas entraron en La Moneda, el Presidente Allende disparaba su metralleta sobre nuestras tropas”. Igualmente, el general de aviación Gustavo Leigh aseguró, “Allende no se rindió en ningún momento. En La Moneda y en la residencia de Tomas Moro que se negaban a rendirse y hacían un nutrido fuego de armamento liviano y pesado que estaban causando muchas bajas”. Declaración contradictoria al comunicado de la Junta que señaló, “A las 13:09 de ayer martes, Salvador Allende ofreció rendirse incondicionalmente. Su cadáver fue trasladado al Hospital Militar, donde los Servicios de Sanidad, junto a un médico legista constataron su deceso y dictaminaron el suicidio”.
El prefecto de Investigaciones, René Carrasco, declaró a la prensa golpista, “La muerte del derrocado mandatario se produjo aproximadamente entre las 13:30 y las 14 horas de hoy, martes 11”.
El general Javier Palacios, quien participó en el asalto a La Moneda, afirmó en una entrevista, “Cuando rodeamos La Moneda, la aviación había destruído gran parte de La Moneda. Nosotros entramos sin máscaras de gases y nos recibieron a balazos los miembros de la guardia personal y no veíamos casi nada por el humo. Cuando subí al segundo piso abrí la puerta, allí estaba Allende sentado en un sofá. No me pareció que era Allende, estaba pobremente vestido, vestía una chomba, pantalones grises, arrugados, ahumados, manchados y sucios. Me acerqué al cadáver, sentado, con la metralleta en las manos y el casco y la máscara a un lado, los anteojos en el suelo. Después llegaron los peritos de las tres armas. Comprobaron el suicidio y tomaron fotografías”. Incluso existe la versión de que ese día, el general Herman Brady gritoneó que, “Al Presidente lo asesinó un GAP”.
A las 14:50 horas, comenzaron a ser apresados los primeros combatientes de La Moneda. Fueron llevados al regimiento Tacna, siendo bestialmente torturados y posteriormente exterminados en Peldehue. Según el subteniente Jorge Herrera, “Todos al ser ejecutados conservaron su dignidad y algunos murieron gritando consignas políticas”. Nuestros compañeros, al igual que el Presidente Allende, ofrendaron sus vidas en forma heroica.

El detective, David Garrido, quien se quedó en La Moneda, recordó, “Escuché la voz del Presidente que dijo fuerte. Allende no se rinde milicos de mierda y de inmediato dos o tres balazos…”. Por su parte el detective, Luis Henríquez, declaró, “Escuché un grito. Allende no se rinde y a continuación algunos adjetivos…”.

El informe pericial de la Policía de Investigaciones, no informa sobre máscara antigás ni de un casco antibalas (aunque hay pruebas fotográficas), y agrega que después de cuatro horas de combate, el Presidente, tenía su vestón impecablemente abotonado, chaqueta de tweed color gris, pullover gris con figuras geométricas, camisa sport blanca, pantalones marengo, zapatos negros, ropa sin mancha alguna y con un pañuelo de seda en el bolsillo superior. También fotografiaron un fusil AKMS, no el fusil AK-47 (obsequiado por Fidel Castro, que estaba en poder de los golpistas). ¿Dónde están esos fusiles?

Por otro lado, el detective Manuel Rivas, en el sitio de suceso, describió, “El cuerpo sin vida de don Salvador Allende, el cual estaba en el suelo, en posición decúbito dorsal”.
¿Por qué un general afirma encontrar al Presidente en el Salón Rojo y sus restos los instalan posteriormente en el Salón Independencia? ¿Por qué, si el Presidente fallece en combate a las 14 horas, la Policía de Investigaciones afirma que fue alrededor de las 12 horas y el periódico El Mercurio desinformó estas imprecisiones el 21 de septiembre? Posteriormente, el Servicio Médico Legal, concluyó, que el pantalón del Presidente era azul oscuro. En otra declaración legal, el conscripto del regimiento Tacna, Manuel Garrido aseguró, “El general Palacios da orden de abandonar el salón, el que posteriormente supe se llamaba Salón Rojo”.
Mientras el Dr. Óscar Soto, afirma que la chaqueta era de color marrón, el Dr. Arturo Jirón precisó que la chaqueta era gris (ambos médicos estuvieron en La Moneda). El Dr. Patricio Guijón habla de “El balazo”, no de los balazos.
El bombero, Arcadio Sufán, quien Ingresó a La Moneda, afirmó, “Un gobelino, que estaba ubicado tras la posición en que se encontraba el Presidente y el orificio que vi en el cráneo, no coincidían con la dirección de la proyección de la masa. En cuanto al bando, que salió en televisión y medios de prensa, que señalaban que el Presidente se había suicidado, es un hecho que no comparto”.

El Dr. Guijón, dijo, “yo vi como Allende se pegó el balazo”. Por su parte del Dr. Óscar Soto afirmó, “Guijón ingreso después de los disparos y la última vez que vi al Presidente con vida fue como a las 14 horas. Estaba con “La Payita», Arsenio Poupin, el Dr. Jirón, Eduardo Paredes, Jaime Barrios y Enrique Paris”. Poupin, Paredes, Barrios y Paris fueron torturados, asesinados y hechos desaparecer en el Fuerte Arteaga de Peldehue.
El Dr. Danilo Bartulín, quien estaba en La Moneda, recuerda, “Yo hablé con Guijón y le pregunté directamente ¿Tú fuiste testigo presencial de la muerte de Allende?, Guijón me dijo que no”. Después, Bartulín agregó, “Allende disparó hasta el final, murió con el cargador vacío. Hay una foto en que aparece sentado en un sillón en una posición inverosímil. La autopsia reveló doble dirección de los disparos mortales, la autopsia se hizo en el Hospital Militar”.
En el Hospital Militar, la autopsia la hizo el ginecólogo Luis Vásquez, quien no es consultor forense ni es perito ni tanatólogo. Vásquez es el mismo que realizó, en dictadura, autopsias engañosas a Carmelo Soria, Manuel Leyton y al niño Rodrigo Anfruns, entre otros asesinados.

Una radio de onda corta autorizada por la Junta, ese día informó, “Allende ya es cadáver. El capitán Garrido nos ha liberado de las garras del marxismo, ha sido ajusticiado por nuestros soldados gloriosos”. Según la periodista investigadora Maura Brescia, Garrido, los tenientes Jaime Moscoso (quien le disparó) y René Riveros (quien lo remató), los tres eran oficiales de la Infantería de San Bernardo y serían los magnicidas del Presidente Allende.
En 1980, Eugéne M. Propper, fiscal norteamericano en el llamado “Caso Letelier”, logró establecer, que el autor material de los disparos sobre el cuerpo tambaleante del Presidente Allende, fue el teniente ayudante del general Palacios, René Riveros.

El año 2014 apareció la siguiente información: «Yo soy René Riveros Valderrama, pertenezco al Ejército de Chile y además pertenezco a la raza de los libertadores de Chile, y yo soy el que mató a Allende». Muestra su muñeca con un reloj y dice, “Este es mi botín de guerra y éste era del tirano: yo maté al tirano», declaró, Robinson Guerrero, detenido en 1974, en entrevista al periodista Juan Pablo Cárdenas.
El general Baeza, el 28 de septiembre de 1973, reafirmó: “Allende se negó terminantemente a salir de La Moneda”. Baeza, fue nombrado director de la Policía de Investigaciones, además, era suegro del general Iturriaga, de la jefatura de la DINA y responsable de la Operación Cóndor. Baeza declaró en noviembre del 2000, “Si Iturriaga cometió un delito, fue por acatar órdenes”. Y responde sobre el asesinato del General Prats, “Las órdenes las daba Pinochet, en el ejército nadie se manda solo”.
Como no pudieron presentar a nuestro Presidente renunciado, ni rendido y tampoco muerto en combate, difundieron la tesis de suicidio. Las fotografías, muestran al Presidente Allende con un fusil de asalto AKMS y los golpistas afirmaron que era un fusil AK-47 (de 87 centímetros de largo), que le hubiese obsequiara Fidel Castro.
El abogado y asesor de Salvador Allende, Joan Garcés, opinó, “Los militares que llevaron a Allende a esta situación de fuerza y que además tenían la intención de matar, son responsables del delito de lesa humanidad”.

El 17 de agosto de 1990, se llevó a cabo una exhumación visual y reducción de los restos óseos (el cráneo estaba incompleto) de Salvador Allende. Los restos, fueron dejados en una caja metálica, que se instaló en el interior de un ataúd nuevo. En dicha exhumación, no participó ningún médico legista, ni peritos oficiales del Servicio Médico Legal.
Se han presentado querellas por los delitos de Asociación Ilícita y Muerte de Salvador Allende. Entre los abogados querellantes están Eduardo Contreras, Roberto Celedón, Matías Coll, Roberto Ávila, Gonzalo Taborga, Julia Urquieta, entre otros, en representación de organizaciones de víctimas de la represión y compañeros de ideales de Salvador Allende.


De acuerdo al abogado Roberto Ávila, “Hay un homicidio, sea que el Presidente hubiera puesto fin a su vida por mano propia o que hubiera muerto por la acción directa de terceros. Lo determinante, es la voluntad homicida de quienes llevaron adelante el golpe de Estado”. Lo que se grafica en una frase del general Pinochet, que está grabada y adjuntaron en el proceso: “Ofrézcanle un avión viejo y el avión luego se cae: muerta la perra, se acaba la leva”.
¿Por qué el juez Mario Carroza aceptó sólo algunas fotocopias de la documentación original, sin verificar los archivos originales de la autopsia? ¿Por qué del cráneo y de la mandíbula se recuperaron sólo 32 fragmentos, de los cuales solo 21 de ellos pudieron articular? Faltan numerosos fragmentos, ¿dónde están?, además falta, un hueso óseo.

El Dr. Luis Ravanal, Máster en Medicina Forense, afirmó de manera científica “…las incongruencias forenses y legales, en el informe policial se identifican claramente tres heridas asociadas a proyectiles a saber, una herida en la región mentoniana. Las descripciones de las heridas contenidas en la autopsia no corresponden a un suicidio”. Y agrega, “Para simular un suicidio, se profirió un disparo bajo el mentón. Este segundo disparo habría sido con un arma de mayor potencia, como un fusil que provocó el estallido del cráneo”. Y concluye: “Tendría que haber escurrido mucha sangre por el cuello hacia abajo. En las fotos del cuerpo de Allende tomadas en La Moneda, no se aprecian gotas de sangre, ni en el cuello ni el chaleco del Presidente”.
Más temprano que tarde aflorará la verdad histórica. Ese día gris, los golpistas bombardearon, cañonearon, dispararon e incendiaron La Moneda, con el objetivo de asesinar al Presidente Allende y a quienes lo protegían, tras sus reiteradas negativas de rendir la democracia a las armas conspirativas.
Allende nos cumplió. No se entregó vivo y combatió defendiendo el honor, la democracia, la Constitución y al Pueblo.

SOBRE LA PUBLICACIÓN:

Muchos de los nuestros están muertos y otros lo haremos más temprano que tarde. Estos textos son un análisis crítico de una importante producción escritural y territorial, sustentado en la memoria de los protagonistas de los hechos que aún recuerdan. Somos partícipes y testigos de los acontecimientos narrados, con un estilo comunicacional entendible para el pueblo. Sus propuestas y dichos se quedaron dentro de nuestras mentes, nuestro Compañero Presidente, nos hablaba con el cuerpo y con el alma. La tiranía prohibió difundir su obra, palabra y legado.
La violencia contaminó nuestro presente, a través de un estilo de vida que es urgente transformar. La institucionalidad de la dictadura se basó en una trilogía: la tortura, el modelo económico y la Constitución del 80. ¿Cuánto de cambio y cuánto de herencia hay aún en esa trilogía?.
Para el desarrollo de la democracia social y política y obtener derechos sociales que se exigen, se requieren de una nueva Constitución, La actual fue diseñada para evitar transformaciones futuras y cambiar un país de ciudadanos, a uno de meros consumidores. El bienestar de pocos, es la desgracia de muchos, quieren trabajadores/as mansos, desinformados y baratos. El pinochetismo recurre al covid-19, para defender el neoliberalismo y su constitución.


El Allendismo y los valores humanizantes, están presentes y son futuro. Están al interior de los partidos y organizaciones de izquierda. Los principios están domiciliados en la gente común, en el pueblo. Están mayoritariamente ausentes en los poderes estatales. Está presente en las marchas reivindicativas y en la protesta social. Allí es, donde nuestro compañero Allende siempre nos acompaña. El sueño de socialismo democrático y libertario sigue vigente.
En homenaje al Compañero Presidente y a todas y todos nuestros caídos/as. La memoria es un deber.

1 COMENTARIO

  1. Que importante recuento del genocidio más cruel y sanguinario que haya existido en el mundo, el relato me transportó inmediatamente a esa época de alegrías, carnavales, fiestas de la primavera, un pueblo comprometido con su país, donde la esperanza y el futuro estaban plasmados en un gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo, liderado por un Verdadero Presidente,visionario humanitario, conveniente con sus promesas y su actuar, con dignidad y una valentía, hasta el último momento de su vida, luchó por sus creencias y convicciones y defendió el sueño de millones de Chilenos que anhelamos un Chile libre, con una democracia real, no ficticia, incluyente, soberano, con justicia social e igualdad de oportunidades para todos los Chilenos.un gran homenaje a un Presidente que quiso un país más justo y solidario, con justicia, crecimiento, salud y educación con responsabilidad del estado y un Chile para el pueblo de Chile.

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